Aprender a meditar ¿Por qué es una buena idea?

¿Por qué aprender a meditar? La meditación es la herramienta más potente y eficaz que nos conduce, de la forma más directa posible a la liberación del sufrimiento y a reencontrarnos con la paz y el sosiego que tanto anhelamos.

Aunque las razones que nos han llevado a cada uno de nosotros y nosotras a acercarnos a la meditación pueden ser múltiples y diversas, lo cierto es que hay algo en todos los humanos que compartimos y que nos une: todos, en mayor o menor grado, sufrimos y queremos, de una forma u otra, liberarnos de este sufrimiento.

por que meditar

Aprender a meditar nos invita a iniciar un camino de autoconocimiento e introspección que nos permita no sólo llegar a comprender cuál es la raíz de nuestro sufrimiento, y por ende del sufrimiento humano, sino también cuál es la naturaleza de la mente y cuáles son las leyes universales que rigen la vida.

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¿Qué es la meditación?

Definir qué es la meditación no es tarea fácil. Uno de los motivos de esta dificultad es precisamente porque los caminos de la meditación son múltiples y muy diversos. Tanto es así que, de hecho, cada tradición religiosa y cada corriente filosófica tiene sus propios sistemas y escuelas de meditación.

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Así, seguro que habéis oído hablar alguna vez del Budismo tibetano, el Zen, el Sufismo, la Cábala Judía, el Hesicasmo Cristiano, la Meditación Trascendental, el Bhakti Hindú, El Yoga Kundalini o la Conciencia sin elección de Krishnamuti, el Nyasa o Yoga Nidra, entre otros.

(Correr y Meditar)

La existencia de todos estos caminos meditativos y espirituales y la existencia de todos los otros tantos que existen y que no hemos nombrado, nos muestra como hay tantos caminos o formas de meditar como meditadores.

Tantos caminos como seres habitan en el universo. Y todos ellos son válidos. No hay uno que sea mejor o más verdadero que otro. Simplemente, en su práctica, pueden diferir pero, en esencia, hay algo que les une.

Todos estos caminos son caminos que nos recuerdan aquello que hemos olvidado, lo que realmente somos, amor y unidad.

Todos ellos nos recuerdan que somos amor y uno con el todo. Nos recuerdan también que hemos olvidado respirar, observar, escuchar, sentir, sorprendernos, jugar, sonreír, perdonar a otros y perdonarnos a nosotros mismos, ver claro y vivir totalmente conscientes y presentes, momento a momento.

La meditación nos desvela o recuerda todo aquello que innato en nosotros hemos olvidado con el paso del tiempo. Sin duda aprender a meditar es una de las mejores cosas que puedes hacer en la vida.

Meditar te cambia la vida

A mi me la cambió.

Para mejor, claro. Para mucho mejor.

Apúntate para abrir esa puerta.

Tratando de definir qué es la meditación

Para tratar entonces de definir qué es la meditación, más allá o con independencia del camino meditativo elegido, más allá de todo dogma, idea o creencia vamos a ver qué dice el sánscrito.

(Pensamientos diarios: Pensar sin parar)

En sánscrito, el término meditación se corresponde con el término bhavana. Etimológicamente hablando bhavana significa “cultivar”. Para entenderlo, este cultivar hace referencia al cultivo de ciertas cualidades humanas que aún y ser innatas en todas las personas permanecen en estado latente u ocultas.

Entre otras, hablamos de cualidades tales como la presencia, el amor, la  bondad, el altruismo,  la generosidad o la compasión. Se trata éstas de cualidades que hemos olvidado  y que la meditación nos ayuda a recordar y a volver a sintonizar o vibrar en su frecuencia

De esta forma, podemos definir la meditación como:

  • La técnica y la práctica que nos permite desvelar, cultivar y desarrollar dichas cualidades humanas, y para la cual nos reservamos un espacio y un tiempo.
  • El estado de conciencia que se despliega o desvela con la propia práctica y que no es un estado que tengamos que alcanzar porque, siendo innato en todos los seres, ya está en nosotros. Desvelarlo, volver al origen, a lo que realmente somos, con el objetivo de vivir conscientes y presentes, vibrando en amor y unidad, es el horizonte al que mira la práctica meditativa.

Aprender a meditar: Un camino totalmente incierto, pero apasionante

De esta manera, gracias a la práctica meditativa, alcanzamos a darnos cuenta que:

  • Sufrimos porque queremos que la vida sea como nosotros y nosotras queremos que sea y no como realmente es. Resulta que la vida es como es y no como nosotros y nosotras queremos que sea.
  • Sufrimos porque “nos encanta” ponerle al dolor que inevitablemente nos trae la vida una gran dosis de nuestra propia cosecha, de nuestra propia historia e invenciones, de nuestros propios “debería”. Resulta que vivimos en una pelea constante con lo que la vida nos va trayendo en cada momento, convirtiendo este dolor que inevitablemente nos trae la vida en una gran fuente de sufrimiento. Resulta, que lo que nos hace sufrir no es el hecho en sí mismo, sino nuestra reacción al mismo.
  • Sufrimos porque nos encontramos completamente desconectados del presente, del aquí y el ahora, viviendo en términos de pasado y futuro. Resulta que, vivir en la memoria, vivir en la imaginación, es vivir en la no existencia.

(Lo importante de la Vida)

Mirando la vida hacia fuera

  • Sufrimos porque nos hemos desconectado de nuestro propio cuerpo y de nuestros sentidos y vivimos la vida mirando hacia fuera. Resulta que nos hemos desconectado emocionalmente de nosotros mismos y vivimos con el “piloto automático” puesto.
  • Sufrimos porque tenemos una mente reactiva, desequilibrada, condicionada por toda una serie de ideas, juicios, prejuicios y condicionamientos que, sin darnos cuenta, nos limitan, condicionan y gobiernan. Resulta que nuestra mente, en función de los agrados y desagrados con los que se identifica, se mueve, cuando no lo hace con ignorancia ante lo que le resulta indiferente, principalmente en dos términos, con apego o aversión. Y he aquí, puede decirse, la principal causa de nuestro sufrimiento.
  • Sufrimos porque nos encontramos en una eterna e imparable búsqueda del placer y en un eterno rechazo del dolor. De esta manera, sufrimos porque nos resistimos con aversión o rechazo a las cosas que nos duelen y porque nos apegamos o aferramos a las cosas que nos producen placer o nos prometen felicidad, creyendo además que perdurarán eternamente en el tiempo, obviando la ley de la impermanencia. Resulta que existe una ley universal, la ley de la impermanencia, que lo gobierna e impregna todo y de la cual, nada ni nadie, puede escapar.
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La mente en busca de respuestas. ¿Por qué aprender a meditar?

La práctica de la meditación nos ayuda a cultivar la atención plena al momento presente.

A su vez, este cultivo de la atención plena se traduce en el cultivo de la capacidad de observar las cosas tal y como son, con apertura, de forma ecuánime y con rigurosidad, esto es, sin añadir ni quitar nada, honrando a la verdad, a lo cierto, a lo que hay o es, aquí y ahora, tal cual es.

(Meditación Anapanasati)

Se trata ésta de una capacidad de observación no reactiva, de una observación que no elige, que no se apega ni rechaza nada. Esta forma de ver, de observar, de darse cuenta o constatar, llamémosle como queramos, es una forma completamente diferente de ver y relacionarnos con la vida, con nosotros y nosotras mismas y con los demás.

Supone un cambio radical, no sólo por cuanto a la forma de observar se refiere, sino también por la forma de relacionarnos con lo que es, que va mucho más allá de nuestros agrados, desagrados o indiferencias.

Esto es la plena aceptación. Esto es amar lo que es. Este es el cambio de visión, de ver, de observar que nos conduce directamente a la liberación del sufrimiento o, al menos, a liberarnos de grandes dosis de sufrimiento.

¿Para qué sirve la meditación?

Relacionado con lo anterior, la práctica de la meditación nos permite acceder a nuevos y más profundos niveles de conciencia que van desvelando las cualidades innatas que han permanecido y permanecen en nosotros en estado latente u ocultas, permitiéndonos de esta forma cultivarlas y erradicar de raíz todas las impurezas mentales que las ocultan.

De esta forma también, la práctica de la meditación nos recuerda cómo la capacidad de cambiar, mejorar y transformar, para convertirnos en mejores personas y hacer de este mundo, un mundo mejor, se encuentra dentro de cada uno y cada una de nosotras.

Beneficios físicos y mentales de la meditación

En este punto hemos también de referirnos necesariamente a los beneficios físicos y mentales que se atribuyen a la práctica de la meditación.

No siendo la siguiente una lista exhaustiva, sí merece la pena destacar de entre los innumerables beneficios de la práctica de la meditación, los siguientes:

  • Desarrolla o cultiva la atención plena y otras facultades o capacidades tales como la concentración, la ecuanimidad, el discernimiento y la claridad mental, la paciencia, la perseverancia, la determinación y el equilibrio. La calma mental, la serenidad y la paz interior. El coraje, la benevolencia. La confianza, en uno mismo o misma, la propia vida y los demás. La sabiduría. Por supuesto, el amor, la compasión, la generosidad y el altruismo.
  • Desarrolla o cultiva el arte de dejar que las cosas sean, aquí y ahora, y de la forma en la que son; el arte de la aceptación; de detenerse, serenarse, callarse; el arte de descansar; el arte de la observación, de la escucha atenta y compasiva; de la apertura. El arte de simplificarlo todo, de la rendición. El arte de decir un gran sí a la vida, en definitiva, el arte de vivir.
  • Alienta y propicia la llevanza de una vida ética y llena de valores.
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La meditación nos libera y nos transforma

La práctica de la meditación nos libera y nos transforma. Nos guía en el camino, nos ayuda, nos sostiene y da fuerzas a la hora de “soltar los amarres” a los que con tanta fuerza nos hemos asido.

Nos enseña que vivir una vida impregnada de verdad sólo puede hacerse con humildad, honestidad, responsabilidad y alegría.

(Razones o motivos para meditar)

Con confianza, no sólo en uno mismo o misma sino también en los demás y, en la propia vida y en la propia práctica. Y por supuesto, con mucho amor y compasión. A raudales. Aprender a meditar nos permitirá abrirnos al florecimiento de la compasión.

Aprender a meditar nos abre en canal a vivir la vida, a dejarnos atravesar por ella, a dejar que la vida simplemente sea y nos atraviese tal cual es, sin pretender cambiarla o controlarla, sin oponer resistencia al momento presente.

La práctica de la meditación nos conduce a decir, una y otra vez, un gran sí al momento presente, un gran sí a la vida, un gran sí a la verdad.

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Aprender a meditar: La meditación es la respuesta

No menos importante que el cultivo de la atención plena, también, gracias a la práctica de la meditación, desarrollamos otras facultades o capacidades tales como la concentración, la ecuanimidad, el discernimiento y claridad mental, la paciencia, la perseverancia o la determinación.

También se desarrolla el equilibrio y la confianza. Incluso la propia práctica nos encamina y prepara para llevar una vida ética y llena de valores, una vida más bondadosa, generosa, inundada de un gran y sincero amor y compasión, por uno mismo o misma, por los demás y por todos y cada uno los seres sintientes que habitan el planeta.

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No obstante lo anterior, y aunque obviamente la práctica de la meditación comporta infinitos beneficios, simple y llanamente, detente, siéntate sin más, en silencio y en quietud, y medita. Observa la verdad de tu respiración. ¿Para qué? Para nada. Nos sentamos porque sí.

Nos sentamos desinteresadamente, sin ninguna intención, sin objetivo ni provecho alguno, sin esperas, dejando que la práctica meditativa haga lo que tenga que hacer, dejando que la práctica meditativa siga su curso natural. Meditamos dejando los resultados en manos de la vida, el universo, o si lo preferimos, en manos de Dios.

Aprender a meditar: La meditación como objetivo último

A fin de cuentas, pretender que la meditación tenga algún objetivo más allá que el objetivo último de sentarse a meditar es equivalente a pretender que la vida tenga algún otro objetivo más allá que el de vivir.

La propia meditación se encargará de irte dando todas las respuestas que necesitas conocer, en el momento oportuno, ni antes, ni después. La meditación siempre es la respuesta, aprender a meditar siempre será una buena idea.

También, la práctica de la meditación:

  • Reduce los niveles de estrés y ansiedad.
  • Reduce la tendencia a la depresión y el porcentaje de recaídas en personas que sufren depresión.
  • Fortalece el sistema inmunitario y el bienestar en general.
  • Potencia las emociones positivas, la capacidad de atención.
  • Disminuye la tensión arterial.
  • Mejora la gestión y regulación emocional.
  • Contribuye a desactivar el piloto automático y a reducir los automatismos.
  • Aumenta la calidad de nuestro sueño y contribuye a calmar el insomnio.
  • Reduce la vulnerabilidad al dolor y nos libera de grandes dosis de sufrimiento.

La actitud del meditador

Esta es la actitud de las actitudes, la actitud que nos recuerda que la meditación es el fin en sí mismo. Siéntate, haz lo que tienes que hacer, cómo lo tienes que hacer, y suelta la necesidad de resultado.

Sin ninguna intención de conseguir o lograr nada. Siéntate desinteresadamente. Déjate fluir con la vida. Deja que todo lo que es, sea y siga su curso natural, el cual ya sabemos, va a ser tender naturalmente a desaparecer.

Aprendamos a vivir de forma abierta, espontánea, desinteresada y con total disponibilidad al flujo natural y espontáneo de la vida. Recordemos que ser felices es posible y está al alcance de nuestras manos.

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Mavi Mariscal

Buscadora y practicante de la meditación Samatha & Vipassana. Enamorada del silencio y la quietud. Del ruido y la vorágine. De lo simple, bello y poético. De lo complejo, feo y prosaico. De lo profundo y superficial. De lo espiritual y terrenal. Del todo y de la nada. La práctica de la meditación me ha reconciliado con lo que "ES", aquí y ahora.