Correr y Meditar

Tuve la gran suerte de descubrir este magnifico libro, titulado Correr y Meditar; Enseñanzas para entrenar el cuerpo y la mente cuando, en la Navidad del 2015, un gran amigo, al que considero mi maestro y fuente de inspiración en el mundo del running, conocedor de mis prácticas meditativas, me lo regaló.

No puedo estar más que de acuerdo con las palabras de Sakyon Mipham cuando dice que correr es correr y meditar es meditar. Sin embargo, durante un largo período de tiempo y hasta el momento en que conocí la práctica de la meditación propiamente dicha, correr fue mi meditación.

La fortaleza de la meditación

Por aquél entonces ya había corrido mi primer maratón, Barcelona 2015. Aunque ya conocía las principales similitudes y efectos beneficiosos, tanto en mi cuerpo como en mi mente, fruto de meditar y de correr; y por qué no también decirlo, de correr con una mente meditativa, las tiradas largas y el maratón propiamente dicho fueron fundamentales para constatar el poder y la fortaleza inconmesurable que te puede llegar a brindar una mente entrenada con la práctica de la meditación una vez aflora el dolor.

(Miedo: Nada más terrible que el miedo)

«Podríamos decir que la vida es dolor al menos en un 50%. Si no nos relacionamos con el dolor, no nos estaremos relacionando con la mitad de nuestra vida.» (Correr y Meditar, de Sakyong Mipham)

Dolor físico y emocional

Lidiar con el dolor no es nada fácil. De hecho, corriendo, igual que meditando o en nuestro día a día, el dolor se experimenta de diversas maneras y diferentes grados. A veces es dolor físico lo que sentimos como el proveniente de una sobrecarga, de una mala pisada o postura, incluso de una lesión. Otras veces el dolor es emocional.

Imaginemos así el dolor que proviene de la desconfianza en nosotros, de la impaciencia, del aburrimiento, de la rabia, de la impotencia, del miedo; el miedo a que el dolor físico vaya creciendo o pueda incluso llegar a paralizarnos; miedo a que aparezca este o aquél otro dolor o miedo incluso a la hipotética decepción que supondría no hacer esto o aquello, y si me apuras, en este u aquél otro tiempo.

Meditar te cambia la vida

A mi me la cambió.

Para mejor, claro. Para mucho mejor.

Apúntate para abrir esa puerta.

Personalmente, me aterrorizaba, y me sigue aterrorizando, aunque cada vez menos, la idea del dolor físico. Por este motivo, no puedo estar más que agradecida a la práctica de la meditación y con ello al aprendizaje  y desarrollo de la capacidad de  observación  del dolor al que  la práctica te lleva necesariamente.

«Aprender es siempre un regalo, incluso cuando el dolor sea el maestro» (Proverbio)

Correr y meditar: Observando cada momento

La pura observación del dolor me ha llevado a conocer no sólo los diferentes orígenes de este dolor sino también las infinitas  manifestaciones del mismo a través de las distintas sensaciones que pueden ser, y de hecho son, sentidas en el cuerpo.

(Pensamientos diarios: Pensar sin parar)

De esta manera, el mayor aprendizaje al que he podido llegar gracias a correr y meditar ha sido precisamente que el dolor, per sé, no te lleva al sufrimiento sino que es precisamente nuestra lucha contra él, ese no querer estar doloridos, ese no querer sentir lo que estamos sintiendo en el momento preciso, y cómo no, el pensar o el querer estar en otro tiempo que no sea aquí y ahora lo que nos va a llevar inevitablemente al sufrimiento.

Decía Buda que el dolor es inevitable y el sufrimiento es opcional. De hecho, éste fue mi mantra durante la preparación y el mismo día del maratón de Barcelona 2015.

El presente, nuestro gran aliado

Llegado el día que tanto había esperado durante meses supe, desde un primer momento, que lo importante era que, a pesar de que no podría evitar todo sufrimiento, pues siempre se sufre algo, lo que me llevaría a cruzar la línea de meta sin un sufrimiento exagerado, aún y los dolores  inimaginables que jamás creí poder soportar, sería volver la mente al presente, al aquí y ahora; al sentir cada dolor que invadía mi cuerpo, momento a momento; a volver a ese lugar donde yo sabía por mis prácticas meditativas que el sufrimiento no tenía cabida. Así lo hice. Y ese fue mi único secreto.

«Y una vez que la tormenta termine, no recordarás como lo lograste, como sobreviviste. Ni siquiera estarás seguro si la tormenta ha terminado realmente. Pero una cosa sí es segura. Cuando salgas de esa tormenta, no serás la misma persona que entró en ella. De eso se trata esta tormenta.» (Haruki Murakami)

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Mavi Mariscal

Buscadora y practicante de la meditación Samatha & Vipassana. Enamorada del silencio y la quietud. Del ruido y la vorágine. De lo simple, bello y poético. De lo complejo, feo y prosaico. De lo profundo y superficial. De lo espiritual y terrenal. Del todo y de la nada. La práctica de la meditación me ha reconciliado con lo que "ES", aquí y ahora.