Escasos meses de práctica continuada son suficientes para que cualquier persona pueda comenzar a saborear las infinitas bondades y beneficios de la meditación.
Detenerse y dedicar un tiempo cada día a recogerse, en silencio y quietud, y dirigir la mirada hacia el interior de uno o una misma, es transitar por un hermoso camino de introspección, autoconocimiento y comprensión de la naturaleza de la mente que nos conduce directamente a la liberación del sufrimiento y a reencontrarnos con la paz y la serenidad que hemos olvidado y que tanto anhelamos.

Un camino que nos recuerda que somos uno con el todo, que nos recuerda perdonar a los demás y perdonarnos a nosotros y nosotras mismas.
Una senda que nos muestra un cambio de visión, un cambio en la forma en que nos relacionamos con nosotros y nosotras mismas, con los demás y con la misma vida. Un camino que, de forma muy humilde, nos acerca a la verdad que se encuentra dentro de todos y todas nosotras, en este momento, aquí y ahora.
Meditar te cambia la vida
A mi me la cambió.
Para mejor, claro. Para mucho mejor.
Apúntate para abrir esa puerta.
Beneficios de meditar: Cultivar la atención plena
De esta manera, cultivar la atención plena, instante tras instante, con constancia, disciplina y mucho amor, nos desvela todo el conocimiento que habita en nuestro interior y el cual, gracias a la experiencia directa que nos proporciona la práctica de la meditación, se nos revela en forma de una gran y profunda sabiduría de la vida.
Gracias a la práctica de la meditación alcanzamos a constatar en nosotros y nosotras mismas no sólo cuál es la raíz de nuestro propio sufrimiento y por ende también, del sufrimiento humano, sino también la naturaleza reactiva y desequilibrada de nuestra mente y la existencia de toda una serie de leyes universales que gobiernan toda la existencia, y en consecuencia, también a nuestra mente y nuestro cuerpo, a las que no podemos ser ajenos ni ajenas si queremos liberarnos, de una vez por todas, de este continuo e infinito ciclo de sufrimiento.
(Las Puertas de la Alegría, de Daniel Odier)

Una mente sabia es una mente que va más allá del puro conocimiento. Es aquella mente que no piensa. Simple y llanamente contempla, mira sin juzgar. La contemplación no se apega a un resultado, acepta lo que le toca. Siente y acepta la realidad profundamente. Y es entonces cuando la magia acontece, cuando la existencia se vuelve divina, amable y generosa con uno y una misma.

La práctica: beneficios de la meditación
Iniciarse en la práctica meditativa es permitir que se dé comienzo a todo un proceso revolucionario que silenciosamente nos transforma y reconcilia con el momento presente, que nos recuerda quiénes somos y dónde estamos. Pero no sólo ello, sino que también, gracias a una práctica continuada y a nuestro compromiso con la misma, podemos disfrutar de otros muchos de los beneficios de la meditación:
- Desarrollar una mayor capacidad de percepción, concentración y atención consciente. En consecuencia también va a aumentar nuestra capacidad de respuesta y resolución de los problemas y van a disminuir progresivamente nuestros patrones reactivos.
- Gozar de una mayor calma y relajación mental. Seremos personas más calmadas y sosegadas, más serenas y ecuánimes, con una mayor capacidad de neutralizar los diversos pensamientos y de atenuar la dispersión mental y de atención que nos desconecta del momento presente.
- Gozar de una mayor claridad mental que nos va a permitir observar la realidad tal cual es, abandonando con ello progresivamente todo tipo de relación condicionada con la misma. La práctica de la meditación nos convierte en personas con una mayor capacidad de discernimiento, más sabias e intuitivas.
- Vivir de una forma más alegre, positiva, humilde, honesta, bondadosa, generosa, agradecida, amorosa y compasiva. Gracias a la práctica de la meditación purificamos nuestra mente y nos liberamos poco a poco de todas las impurezas mentales y todas las tensiones, nudos y bloqueos energéticos que no permiten que la energía fluya de manera libre y sin entrecortarse, y regamos, para que germinen y florezcan, las semillas que, ocultas en nuestra consciencia, nos hacen ser mejores personas.
(La vejez (de una vida indiferente))

Si todavía no es suficiente…
- Vivir más conscientes y “desidentificados”. Seremos más conscientes de nuestro cuerpo, de nuestras propias sensaciones, emociones, percepciones y de cualquier otra formación mental. De esta manera, con la práctica de la meditación, vamos a ir desarrollando progresivamente la habilidad de observar, de forma ecuánime, los pensamientos, emociones y sensaciones, o cualquier otro contenido mental, como eventos o fenómenos que aparecen y desaparecen en el campo de la conciencia, en la mente, pero que no son “yo”. De esta manera comenzamos a cuestionarnos la consistencia, credibilidad, veracidad y autoría de nuestros pensamientos.
Comenzamos a darnos cuenta que todo carece de substancia y no hay un “yo”, “mi” o “mío” alguno con el que poder identificarse y por tanto, al que poder aferrarse. De esta forma, al desidentificarnos de todo aquello que “no somos”, vamos accediendo cada vez más a un nivel más profundo de autoconocimiento y descubrimos dónde se asienta nuestra verdadera identidad. La conciencia testigo se despliega y comenzamos a observar cualquier fenómeno de forma imparcial, desapasionada, equilibrada, lejos de toda “narrativa o historia personal”, como un espectador que ve la obra de teatro desde el patio de butacas, como un simple observador.
Beneficios de la meditación: Vivir más presentes
- Vivir más atentos, más presentes, sin duda uno de los mayores beneficios de la meditación. Meditar es cultivar, momento tras momento, la atención plena, esto es, la capacidad de observar sin elegir, la capacidad de estar en contacto con el momento presente, con la experiencia inmediata, y relacionarnos con ella de una forma ecuánime, imparcial, lejos de toda narrativa e historia, libre de toda idea, condicionamiento, juicio o prejuicio. Gracias a la práctica de la meditación cultivamos el arte de la observación pura y desnuda. Nos abrimos y sumergimos, sin condición, en la experiencia presente. Recordamos que no hay lugar ni momento mejor en el que estar que no sea, aquí y ahora. De hecho, ya no querremos estar en otro sitio ni momento diferente que no sea éste y ahora.
- Disfrutar de una mayor paciencia y confianza, en uno mismo o misma, en los demás, en la propia meditación y en la propia vida. Nos entregamos a la vida y rendimos ante ella porque nada más grande que la verdad, nada más grande que el momento presente.

Comprender las causas de nuestro sufrimiento
- Comprender las causas de nuestro sufrimiento y por ende, del sufrimiento humano y la manera en que podemos liberarnos de él, es otro de los beneficios de la meditación. ¿Cómo? Reconociendo que sufrimos, identificando la causa de nuestro sufrimiento y aceptándolo sin más. Gracias a la práctica de la meditación comprenderemos que no son los hechos en sí los que nos causan sufrimiento, sino la forma en que reaccionamos ante los mismos, con apego o con aversión. Constataremos que nuestra mente, reactiva y desequilibrada, movida por sus agrados y desagrados, según se identifique con alguna idea, condicionamiento o juicio, pierde su equilibrio y se ve arrastrada por la reactividad. Entenderemos que existe una ley universal que dice que “Toda reacción causa sufrimiento, mucho o poco, ahora o luego, en tí o en otros”. La meditación nos ayuda a no reaccionar de manera impulsiva, sino de una forma más creativa. Gracias a la práctica de la meditación se van deshaciendo los hábitos mentales que tenemos tan arraigados de reaccionar y comenzamos a responder ante los mismos acontecimientos que la vida inevitablemente nos va trayendo de una manera más creativa, saludable, inteligente, consciente, que nace del momento presente, sin estar contaminada por el pasado o por el futuro. De esta manera nos convertimos en personas más receptivas y flexibles, más amables y calmadas.
- Gestionar y regular nuestras emociones. La práctica de la meditación nos ayuda a reconocer y tomar conciencia de los estados mentales y emociones que como el amor, la alegría, el enfado, el odio o el aburrimiento podemos sentir. Igual que cualquier otro fenómeno, tampoco las emociones son “yo” sino una parte del flujo cambiante de los fenómenos.Darse cuenta de estas emociones y de las sensaciones que las mismas nos producen en nuestro cuerpo, permaneciendo ecuánimes, nos concede la oportunidad de abrirnos a cualquier estado mental o emoción, sin reaccionar a ellos.

Abrirnos a la vida
- Abrirnos a la vida, a dar espacio, a permitir y dejar que las cosas sean, tal cual son, sin pretender cambiarlas ni modificarlas. Gracias a la práctica de la meditación uno o una se da cuenta que todo lo que existe, absolutamente todo, tiene derecho a existir, tal cual existe, tal cual es. De esta manera comenzaremos a aceptar de mejor grado el ir y venir de la vida. Nos abriremos al dolor, al miedo, a cualquier sensación o emoción, por muy incómoda que nos resulte. Sostendremos las incomodidades que la vida inevitablemente nos va a ir trayendo, por muy desagradables que nos resulten, de una forma menos reactiva, con una actitud de apertura y curiosidad. Aprenderemos que las cosas, que la vida, es como es y no como nosotros y nosotras queremos que sea. Luchar, enfrentarnos a la verdad, querer que las cosas sean como nosotros y nosotras queremos que sean nos genera un enorme e infinito sufrimiento. Nos congratularemos de saber que no hay nada que pueda pasar de manera diferente a cómo está pasando. Que todo lo que es, es perfecto tal cual es. Que todo lo que sucede, es perfecto tal cual está sucediendo. De esta manera, lo que antes eran exigencias empiezan a convertirse en preferencias.
Y fluir con la existencia
- Gracias a la práctica de la meditación aprendemos a fluir con la existencia, a abrazar todo lo que venga y a dejar ir todo lo que se vaya. Seremos conscientes que todo, absolutamente todo, está impregnado y sujeto a una ley universal, a la ley de la impermanencia, la ley del cambio. Esta ley nos recuerda que todos, absolutamente todos los fenómenos, tanto internos como externos, están en permanente cambio; que una vez que surgen, tienden naturalmente a desaparecer. Todo se encuentra en un proceso continuo de disolución. Entonces, no hay nada a lo que aferrarse, nada que rechazar. Nos damos cuenta que, absoluta e inevitablemente, todo es cambio, todo es incierto. No caben certezas ni seguridades absolutas en un mundo en el que todos sus fenómenos son impermanentes y están en constante cambio.
Y muchos otros (beneficios de la meditación)
- Aprender a desactivar el piloto automático y a reducir los automatismos es otro de los beneficios de la meditación, devolviendo con ello toda nuestra atención al momento presente.
- Mejorar nuestras relaciones con el mundo, con nosotros y nosotras mismas, y con los demás. Las relaciones se vuelven más amables, amorosas y compasivas. Disminuyen los reproches, las exigencias o los juicios. Con sus más y sus menos uno o una empieza de esta manera a aceptarse a sí mismo o misma y a aceptar a los demás, tal y como somos, tal y como son.
- Gozar de un mayor equilibrio emocional y mental.
- Ver disminuido el estrés y la ansiedad.
- Mejorar nuestra memoria.
- Aumentar la calidad de nuestro sueño e incluso calmar el insomnio.
- Fortalecer nuestro sistema inmunológico.
- Prevenir y reducir el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares.
- Regular el ritmo cardíaco y estabilizar la presión arterial.
- Rejuvenecer y regenerar los órganos y distintos sistemas del cuerpo humano. De esta forma, la práctica de la meditación mejora el sistema digestivo, refuerza el sistema inmunológico y equilibra el sistema nervioso.
- Aliviar el dolor.
- Prevenir y deshacer las tensiones, nudos y bloqueos energéticos.
- Disminuir el riesgo de sufrir una depresión.
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